domingo, 17 de octubre de 2010

Crónicas irlandesas. Día 1: Lunes 5/10/10.

No tengo manera de describir la expectación y emoción que eran dueñas de mi corazón en el momento en el que llegué al aeropuerto de Charleroi en Bélgica. ¡Al fin mi sueño iba a hacerse realidad! No tenía muchas ganas de dormirme, quería ver todo el trayecto desde el avión, pero como había estado sin dormir ese día para no perder el vuelo, caí dormido un poco después de despegar. Cabe mencionar que volar con Ryanair es como ir en un camión, te agarras el asiento que se te antoja, y a aperrarse los de la ventana, jaja. La cosa es que caí dormido. Mi mente debe de estar realmente conectada con Irlanda, puesto que me desperté unos minutos antes de que pudiéramos ver Irlanda desde el avión. Debajo de las nubes, en la obscuridad de la mañana se podía ver Ireland's Eye, y un minuto después, la bahía de Howth llena de luces, y finalmente; sobrevolamos Dublín. Una sonrisa grande surcó mi rostro, pues al fin estaba aquí. Aún en la obscuridad se podía ver por qué se le apoda la Isla Esmeralda; todo era de un color verde vibrante que invitaba a posarse ahí y nunca dejarlo. Esos minutos han sido los minutos más llenos de suspenso de toda mi vida, y cuando el avión aterrizó yo estaba rebosante de felicidad. Nos bajamos del avión en medio de la pista y el primer respiro que tomé de aire irlandés fue tan vivificante que todo el sueño que tenía se fue inmediatamente. Crucé la pista y entré al aeropuerto. Áerfort Baile Átha Cliath, un aeropueto bastante largo, digo yo. Cuando al fin salí de aduana y todo el papeleo me pregunté que haría. Decidí tomar un autobús especial del aeropuerto para entrar al centro de Dublín, pues un poco más allá del centro, en Harrington Street me encontraría con Karl O'Cobhthaigh, quien sería mi primer CouchSurfing host. Costó €5, y me ofreció un buen rato de ver la carretera y el camino al centro de Dublín. No hay mucho que ver, la verdad sea dicha, pero con la emoción de estar en Irlanda todo se te hace increíble. Llegué al centro como a las 8, y como se supone que vería a Karl después de las 9, me metí a un café internet para comunicarme con mi familia, avisar que llegué bien y sin problemas. Finalmente llegó la hora y me puse a buscar el cruce donde nos encontraríamos: Harrington St. con Camden St. Nota para recordar después: en irlandés, "calle" se dice "Sráid", y creo que se pronuncia "sród". Me encontré con Karl a la hora prevista, y estuvimos platicando un rato. Me dijo que tristemente no podía alojarme en su casa ese día ya que su hermano había llegado de imprevisto y había tomado el lugar, así que me recomendó varios hostales. Ya que eso significaba tener mi día libre, le pregunté por alguna actividad interesante que hacer como turista, y me recomendó ir a Howth. Howth es uno de los suburbios de Dublín, que está pegado a la costa oeste, justo en el mar. Me encaminé a tomar el DART (Dublin Area Rapid Transport) de la estación Pearse,a una cuadra de O'Connell Street. Cuando llegué a la estación del DART, compré un boleto de tren hasta Howth con las últimas monedas que me quedaban. A la hora de meter el boleto a la máquina, no salió del otro lado, y el tipo que estaba ahí me dijo: "No hay problema, tú súbete al tren", así que subí a la plataforma a esperar mi tren. Era un tren de varios matices de verde (claro, pues es irlandés), con periódicos aquí y allá para matar el tiempo. Me senté en frente de una chica irlandesa con quien crucé sonrisas (;D). Súbitamente, ¡oh sorpresa! A la tercer parada se subieron unos controladores al DART y me pidieron ver mi boleto. Estaba a punto de dárselo, pero recordé donde se había quedado. Le expliqué al controlador la situación pero no me creyó, y dijo que tendría que pagar de nuevo. Adivinen, ¿quién ya no traía efectivo? Pues sí. Entonces me dijo; "Te tendré que tomar los datos y ponerte una infracción de €100 por subirte al tren sin boleto". ¡Imagínense que les salgan con algo así en el primer día de viaje! Se me congeló hasta la saliva, así que le dije que lo compraría en la siguiente parada. Simpatéticamente, la linda chica irlandesa que estaba sentada en frente de mí me alargó €2 para que se los diera al controlador, pues el siguiente tren era en media hora, pero aquél no cedió, así que tuve que bajar a comprarme el otro boleto. En la máquina de boletos había dos opciones: "Howth" y "Howth Junction", que era más barata; así que compré el boleto para Howth Jctn. Veinte minutos después, me subí al tren rezando por que no me tuviera que encontrar de nuevo con los controladores. Llegué perfecto a Howth sin que se volvieran a subir, así que suspiré, aliviado. ¡AY GÜEY! Los mismitos controladores estaban recogiendo los boletos en la puerta de la estación de Howth. No me quedó de otra mas que acercarme y esperar lo mejor. El tipo que me había querido dar la multa tomó mi boleto, me vió con ojos de pistola y dijo: "Ponte al lado de la puerta, quiero hablar contigo". Me trató de volver a multar, pero por suerte, mi mente de vale-madrista mexicano invéntate-una-excusa-como-las-que-te-avientas-cuando-no-haces-la-tarea se puso a trabajar y me dijo "¡JUEGA AL TURISTA TONTO!". Así pues, me inventé una excusa de que no hablaba inglés bien, y de que acababa de llegar ese día a Dublín (esa parte era cierta), así que al fin me dejó ir en paz. MÉXICO 1 - IRLANDA 0. :)
Así me salí a disfrutar de Howth. Howth es una pequeña península que toca el mar irlandés, en la costa este de Irlanda, en Leinster. Era un día muy soleado y ventoso, como me gustan. Lo primero que ves en el muelle es un par de focas bobaliconas que esperan que les des de comer, acompañadas de una parvada de gaviotas y cormoranes bien apañados. Howth es un suburbio pesquero de Dublín, así que hay muchísimos restaurantes de pescado. Me acerqué al mar, puesto que hay una pared de dos metros de altura que avanza por toda la parte norte de Howth, desde la cual se puede observar el Mar Irlandés, y a muy corta distancia hacia el noreste la pequeña isla de Ireland's Eye, la cual está desierta. Al parecer, puedes arreglar que te lleven ahí y te recojan después para poder disfrutar de largos momentos de soledad e introspección. Lo haré algún día, pero esta vez no había lana ni tiempo. Estuve vagando por el muro un buen rato, admirando el paisaje y los faros que adornan el lugar. Pasó el tiempo y me dió hambre, así que compré una hamburguesa de pescado y papas. Me senté a comer en un parque, y de pronto se sentó junto a mí un pescador. Estuvimos hablando de casi nada, cosas vagas. Vió mi ukulele, pero me dijo que no le gustaba la música, su pasión era pescar. Tenía unos treinta-y-tantos años, piel curtida por el mar y concicatrices, un ligero bigotín y una mirada que denotaba mucho misterio. Pero para mí, era hora de regresar a Dublín. Recordé que no tenía dinero (pagué mi comida con tarjeta), así que traté de comprar el boleto de DART con la misma; pero al parecer, mi tarjeta del Sparkasse Trier no funciona en todas las máquinas. Así que pues... ¡A caminar a Dublín! Como unos cuarenta minutos después, llegué a una pequeña parte de otro suburbio, Sutton. Ahí pude retirar €20 de mi tarjeta, y me subí al DublinBus. Al subirme, ví que había que pagar EXACTAMENTE €2.60. Como sólo traía el billete de €20, estuve a punto de bajarme, pero el conductor me dijo que no había tos, que me subiera. Caí dormido en el momento en el que me senté. Cuando llegué a Sráid Ó Conaill fui a un café internet para checar un mensaje, pues me había quedado de ver con unos CouchSurfers franceses en Temple Bar a las 19:00. Cuando ví la confirmación, me dirigí hacia allá para encontrarlos. Temple Bar es un área de Dublín, en la parte sur del Liffey en la que hay muchos pubs con música tradicional irlandesa, y claro está, hay un pub que se llama el Temple Bar, que es el más popular. Laetitia y Gaetan estaban sentados directamente en frente del Temple Bar. El par de franceses traían sendas mochilotas, mas una tienda de campaña plegable, sleeping bags, etc. Gaetan es como de mi estatura, con pelo entre corto y largo de color castaño, ojos del mismo color, un arete en la oreja izquierda y un cierto aire ratonil. Laetitia tiene el pelo largo hasta los hombros, negro y rizado; una gran sonrisa y ojos color de miel. Un poco petit. Estaban tomando un poco de cerveza polaca en la banqueta, y estuvimos platicando un poco acerca de nosotros, hasta que un miembro de la Garda (la policía irlandesa) nos corrió de la banqueta, así que salimos en busca de un pub, por que el área de Templa Bar es carísima. Entramos al International Bar en Dame Street, por que había un show de comedia ahí, generalmente tienen comedia y noches de micrófono abierto para cantar.  Esa fue la noche en la que tomé mi primer pinta de Guinness irlandesa, Guinness de verdad. ¡VICTORIA! Sabe tan distinta a la que nos importan a los demás países. También comí un par de sándwiches de queso mientras hacíamos juegos para tomar, con los portavasos. Estar con Laetitia y Gaetan fue muy placentero, me cayeron muy bien y pasamos una noche muy agradable. Decidimos que queríamos ver el espectáculo de comedia, pero ya no había espacio ni para pararse, olvídate de todas nuestras mochilas. Así que el barman nos llevó a un bar underground, debajo del pub en el que estábamos. En ese pub estaba tocando un trío de jazz, y el ambiente era mucho más cálido; así que decidimos quedarnos ahí. Una hora y algo después ya era hora de despedirnos, pues ellos debían ir al aeropuerto y yo estaba muy cansado. Partimos todos con un abrazo y sonrisas en los rostros. Me encaminé hasta CitiHostels, el que me había recomendado Carl. Había que caminar hasta Camden Street, como una media hora a pié. Llegué y pagué mi primer noche por €12,50, más €5 de depósito por un adaptador de corriente, pues en Irlanda y el Reino Unido tienen diferentes conexiones. Chequé mis mails y me fui a dormir, era una habitación de 4 personas. Caí dormido y me sumí en sueños de color esmeralda.