(Este capítulo está tal como lo escribí en una libreta durante el vuelo).
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Esta es la primera entrada de muchas de lo que se convertirá en un registro de crónicas en otro país. Mientras escribo esto me encuentro en algún punto desconocido sobre el Atlántico.
Estoy sentado hasta adelante de mi sección en el 27C, con un increíble espacio para estirarme y caminar de > 2 metros; a uno del baño (qué conveniencia la mía), y junto a la puerta de emergencia del ala izquierda del avión. Conseguí este MAGNÍFICO lugar gracias a que le dije al dude del mostrador de Air India que soy un tanto (muy) claustrofóbico, y necesitaba espacio. Una pequeñísima mentirilla blanca a cambio de mi comodidad, jejeje.
Me tocó sentarme junto a un hombre llamado Patel, de la India (la verdad sea dicha, no le entendí bien el nombre de su ciudad natal, sólo que está a un día y tantito de Mumbai). Empezamos platicando de pura tontería, pero de repente me fijé en uno de los letreros del avión, que están en hindi, así que Patel me empezó a enseñar un poco de la escritura, atrás de esta página (ver la foto aquí: http://www.facebook.com/#!/photo.php?pid=2339271&id=1070553476&ref=fbx_album) Me contó que su esposa Shreia y él acaban de adoptar a una chavita, a la que llamaron Shenaia (aunque se escribe Shunaiah), que significa "eminente". Qué rifado nombre para una niñita de nueve meses.
Ayer fue mi último día en Valle de Bravo. Mi mamá y mi abuela me organizaron una comida, y el día estuvo muy agusto. Algo con lo que me sorprendí mucho a mí mismo fue con un vuelo en parapente. Jamás pensé que me fuera a atrever. La cosa estuvo así: me dí cuenta (supongo) de que llevaba siete años y medio sin hacer una de las cosas que DEFINITIVAMENTE se tienen que hacer en Valle de Bravo. Así que ¿cómo iba a irme al primer mundo sin haber terminado mi ciclo en Valle de Bravo? Chema Schleske y el Chifus ya me habían ofrecido volar un par de veces; así que decidí tomar su oferta. Dicho y hecho, a las 11:00 del viernes subimos a La Torre con el equipo y el vehículo de Alas del Hombre. Al llegar a la cima estuvimos esperando a que hubiera viento, así que en lo que llegaba una corriente nos pusimos a jugar rayuela. Cuando llegó la corriente ya eran las 11:45; y yo seguía sin nervios, algo raro en mí, por que me dan nervios hasta para hablar en la mesa, jaja. Antes de darme cuenta, ya traía puesto el arnés y Chema me estaba dando instrucciones pa' correr y dejarme ir con el parapente cuando me jalara. En cosa de nada escuché el "WHOOOOOSH" del parapente, y empecé a correr cuando Chema me dijo. Al correr y acabarme el MUY limitado espacio de pista que tenía para dar pasos, sentí espantoso, es un sentimiento de "me-voy-a-dar-en-la-madre-por-que-estoy-a-muchos-cientos-de-metros-del-suelo-y-ya-no-hay-espacio-para-correr". Muy feo, muy feo. Duró dos o tres segundos, que es el tiempo que te tardas en ganar altura. Sentí el estómago en el cogote, pero una vez que superas ese sentimiento, te das cuenta de que hay cosas abajo de tí, y a tu alrededor... Y es maravilloso.
La perspectiva es de verdad impresionante, y ves todo muy diferente desde tan arriba. Estuvimos planeando un rato, dándole la vuelta al pueblo. Tomamos un par de termales para ganar más altura, y acabamos arriba de la antena de Televisa, hasta arriba de la montaña en la que está mi calle (me declaro ignorante de cómo se llama). Desde ahí Chema puso rumbo a Santa María, pasamos por arriba del zócalo (le tomé una foto a mi casa y otra al zócalo, mejores que las de Google Earth), y un poco más adelante, sobrevolamos el lago. Chema decidió darme una descarga de adrenalina al hacer un par de trucos, el muy cabrón, jojo. Nos dispusimos a aterrizar; yo pensé que iba a ser medio rudo el asunto, con eso de que aterrizas con nada más y nada menos que tus pies, pero quedé sorprendido... Es muy suave. Si fuera más suave, sería gay, jaja. La verdad fue una experiencia increíble, estoy muy agradecido con Chema, y arrepentido de no haberlo hecho antes.
Al llegar a la casa, empezó la comida, Chema Rodríguez fue el primero en llegar. Después llegaron Uriel, Lalo y Mateo. Nos sentamos con la guitarra, el ukulele y el flautín irlandés a improvisar un rato. Después llegaron Gustavo Marcovich y Mariana con Camilo. También Constantino González, los Galindo, mis abuelos, María y Grace González con Majo Sánchez y no sé quien era la otra chica, Bruno y Dylan (WTF), Joselo, Chema Schleske y Daniel Quiroz con Amanda Gerandón. El menú del día fue pozole en honor a que no comería comida mexicana decente en mucho tiempo, y pastel imposible. Después de comer, tocamos un poco más. Cuando terminó la comida, fuí con Chemita, Carlos Cravioto, Dylan Gutiérrez, Bruno, Lalo, etc. a seguir tocando en el centro, y nos fuimos tocando hasta Zenizo (Lalo en la lira y yo en el flautín).
Omítase el resto de esta parte por que da flojera, jaja.
La cosa es que terminó todo a la una y algo, la última despedida fue con Joselo, y fue de las difíciles. A las 04:00 salimos hacia el aeropuerto mi hermano, mi mamá, y yo. Hicimos cola en la Terminal 2, plataforma de Continental, y desayunamos. Mi avión salió a las 09:05. Cuando llegué a Newark Liberty, almorcé y me fui a la sala de abordaje, en la cual había una cola increíblemente masiva de gente esperando para el chequeo. En a fila me puse a platicar con un dude llamado Mike, que también es músico; estuvimos hablando de varios instrumentos y sus técnicas, ya que yo traigo mi ukulele conmigo. Cuando canté "Perfect Sometimes" de Justin James (por aburrimiento y ganas de aliviarme el estrés http://www.youtube.com/watch?v=srFBH_0YZMo) unas chicas alemanas muy guapas me dijeron que cuendo yo tocaba, sentían que estaban en la playa. Go figure. :D
Ahora héme aquí, a punto de llegar a Frankfurt. Patel está echándose una pestaña, y yo he estado comiendo como pa' ponerme a hibernar. Tendré que solucionar eso cuenado esté con los Seifer, jojo. Bueno, este es el primer día de mi siguiente gran aventura.
Y VA A SER ABSOLUTAMENTE INCREÍBLE.
-Seb Dcr
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