miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cuando las cosas no salen como deberían salir.

Bueno, disculpen (quien sea que se tome el tiempo de leer mis peripecias) por no haber escrito nada en un par de semanas, de verdad el ser au-pair es un trabajo extenuante y exhaustivo, y cuando hay tiempo al fin, la verdad sólo dan ganas de tirarse a dormir y/o platicar un rato.

En las últimas semanas todo iba marchando razonablemente bien; ya estaba finalmente adaptado al horario y a la rutina. Cabe mencionar que los alemanes son ávidos fans de tener una rutina pre-planeada y no gustan de cualquier cosa de último minuto (tipo, si vas a salir tienes que avisar con días de antelación); por lo cual yo ya tenía todo mi asunto arreglado y planeado.

Sí, algunas cosas se volvieron difíciles, ya saben... Cuidar a un niño hiperactivo con costumbres de pequeño tirano no es lo más fácil del mundo, en especial cuando (seamos sinceros) nadie nunca le ha dicho que NO a nada. O bueno, puede ser solo mi impresión, sus papás dicen que él no era así antes y que se comporta de esa manera por que se siente excluído, ya que en la casa estábamos hablando inglés, mayormente. El caso es que no estaba siendo fácil. Me cae bien el chavito... Pero la paciencia se agota a veces. >.<

Entre semana me estuve dedicando a ir a mi curso de idiomas en la Volkshochschule, un curso intensivo para aprender alemán, eran 5 horas todos los días, acabando al mediodía. ¡El salón ha sido el lugar más multicultural en el que he estado en años (sin contar el aeropuerto)! Tenía compañeros de todos lados: Tanya Tatiana y Tatiana, de Ukrania; Reni Dcruz, de la India; Konrad Dmowski, de Polonia; Riccardo Ravera, de Italia; Mosharaf Merdat y Zarha, de Irán; Josephine, de Camerún; Ignacio, de España; Anna y otra chica de la cual no recuerdo el nombre, de Rusia; Esra Gül, de Turquía; Jamie, de Australia; Shuh-é, de China; y Rata Napoon, de Tailandia. Como ven, estaba bastante sencillo empezar a aprender de las diferentes culturas, incluso empecé a aprender un poquito de polaco (como si el alemán no fuera ya lo suficientemente difícil...), un poco del alfabeto Ruso y su fonética; y para acabarla de variar, Riccardo me hablaba sólo en italiano. ¿Multiculturalmente suficiente? :)

Generalmente después del curso salía al Centro Histórico con Riccardo, Reni y Konrad, que fueron con los que hice mejores migas. Riccardo es un abogado, Reni un ingeniero en sistemas, y Konrad un ingeniero eléctrico-mecánico. A todos ellos les encanta andar platicando, y aunque son bastante más grandes que yo, nos llevamos bastante bien. Somos todos nuevos en este país, y eso nos une un poquito más. Ya saben, todos debemos ayudarnos mutuamente.

En los fines de semana o en las tardes desocupadas, me dediqué a salir y conocer los alrededores, así como ir al gimnasio. La verdad este estilo de vida me estaba sentando muy bien. También me gustaba (y mucho, debo agregar) el hecho de que me salía a tocar guitarra al centro por un par de horas, y eso me daba cierto grado de ingresos, como unos 20 euros o más al día. ¡Está pocamadre! También era muy satisfactorio el hecho de que a la gente le gustaba oírme tocar y cantar, hubo un par de ocasiones en las que me tomaron video y fotos, los niños se me acercaban y bailaban cuando cantaba, las chicas sonreían, los espectadores en un restaurante cercano aplaudían, y las mamás me echaban miradas que decían "gracias por entretener a mis niños". Todo eso me hacía sentir muy feliz, ¿significará que como músico ya soy capaz de transmitir a la gente lo que siento a través de la música?

Solo que... Cometí un error. Subestimé el sentido de "tiempo libre". En mí cabe asumir que cualquier tiempo fuera de las horas de trabajo es mi tiempo libre, ¿cierto? Y si mi trabajo era hasta las 7 de la noche, podía hacer lo que quisiera... ¿no? La cosa es que un día llegué a las 4 am, y bueno... Siendo los alemanes como son, obviamente no les gustó, y eso conllevó a una discusión, y a que ya no esté trabajando ahí. Acordamos que las cosas terminarían por la paz, y me acompañaron al tren, y agarré el primer tren a Luxemburgo, y de ahí a Bruselas, en Bélgica.

Agradezco muchísimo a mi amigo Bram Van Haver, el cual me dijo que me podía quedar con él por un par de semanas, en lo que consigo aclarar todo este problema; estoy ahorita quedándome en una casa en la que vive con otras 4 personas, un chico de Islandia, una chica de Italia, una de Bélgica y una de Brasil. La casa está a unos 20 minutos a pie del centro de Bélgica, en un barrio turco. Eso significa: ¡Kebaps cerca! :)

En este momento estoy buscando otra familia, puesto que no quiero irme de Europa. Una vez que he visto esto, México no se me hace tan apetecible para vivir; no por como es el país (ya que pienso que es bellísimo y amo mi tierra), pero la sociedad, la economía y la gente son totalmente diferentes, y no se me antoja estar de regreso ahorita. Hay una probabilidad de una familia excelente en Joure, a una hora de Amsterdam; y también me están invitando a estar de Au-Pair en Italia. Veremos, dijo el cieguito.

Estos tres días han sido de adaptación a mi nueva situación, pero ayer Bram se tomó el tiempo de sacarme a dar una vuelta por Bruselas y enseñarme muchas de las cosas bonitas que tiene este lugar. Desde el Manneken Pis hasta una terraza soleada en la que probé cerveza belga, y las famosas papas fritas de Bruselas. Hoy estaré dentro de la casa, esperando los resultados de mis búsquedas, pero tal vez salga más en la tarde un rato a tomar fotografías y turistear bien a gusto.

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